A un año de la partida de Claudio Rissi, un actor Peronista y defensor de la Cultura Popular
- Nahuel Hidalgo
- 3 feb
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Por Nahuel Hidalgo
El 2 de febrero de 2024, el mundo del arte y la cultura perdió a una de sus figuras más queridas y comprometidas: Claudio Rissi. Actor, director teatral, y militante del peronismo, Rissi fue mucho más que un rostro en la pantalla o una voz en las tablas: fue un pilar de la cultura popular argentina y un firme defensor de las causas que creía justas. Su partida dejó un vacío en la comunidad artística, pero también un legado de lucha, pasión y amor por el arte que seguirá vigente por siempre.

Nacido el 22 de mayo de 1956 en Buenos Aires, Claudio Rissi se destacó a lo largo de su carrera por su talento excepcional y su capacidad de interpretar personajes complejos y profundos. Su papel más icónico, y probablemente el que marcó a generaciones enteras, fue el de Mario Borges en la serie El Marginal, un trabajo que le valió reconocimiento y aclamación tanto del público como de la crítica. Pero más allá de este éxito televisivo, Rissi fue también un militante cultural que dedicó su vida a la enseñanza y a la promoción del teatro independiente. En 2001, fundó la escuela de teatro Brancaleone en Monte Grande, un espacio donde se formaron miles de actores y actrices, muchos de los cuales hoy continúan llevando adelante su legado artístico.
Pero si hay algo que definió a Claudio Rissi más allá de su labor artística, fue su compromiso político. Su vínculo con el peronismo no solo se reflejaba en sus discursos y entrevistas, sino también en su manera de concebir el arte como una herramienta de transformación social. Rissi siempre estuvo del lado de los más vulnerables, creyendo firmemente que el arte debía estar al servicio del pueblo, y que la cultura debía ser un espacio de resistencia y de lucha contra las injusticias sociales.
"En la época de la Dictadura con el tiempo me fui dando cuenta que era peronista", recordó el actor en una de sus intervenciones más profundas, donde reflexionó sobre cómo su ideología política fue evolucionando a lo largo de los años. Para Rissi, el peronismo no solo representaba una corriente política, sino un proyecto de justicia social que comprendía a los trabajadores, a las clases populares y a los artistas como actores fundamentales de la historia nacional. Durante su carrera, Rissi defendió de manera abierta y enfática a figuras como Cristina Fernández de Kirchner, a quien consideraba una "actora" del mismo movimiento que él, un "actorazo peronista". En diversas entrevistas, destacó que, a pesar de las críticas que pudiera recibir el kirchnerismo, Argentina vivió una época de prosperidad durante su gobierno, en contraste con los períodos de crisis económica que le siguieron.
Rissi también fue un ferviente defensor de la cultura popular, entendiendo que el arte debía ser accesible para todos, sin importar su clase social. En su mirada, el teatro no era un lujo, sino un derecho del pueblo. Desde su escuela de teatro en Monte Grande, enseñó a jóvenes de barrios humildes a encontrar su voz en un escenario, a reconocer su capacidad creativa y a luchar por su espacio en un mundo que muchas veces los invisibilizaba. Su visión del arte no era elitista; por el contrario, creía en una cultura democrática, inclusiva y popular, que naciera desde las raíces del pueblo y para el pueblo.
El legado de Rissi va más allá de sus interpretaciones en el cine y la televisión; su verdadero legado reside en el amor y la pasión con que vivió el arte, en su compromiso con los más desfavorecidos y en su visión de una Argentina más justa y equitativa. A lo largo de su vida, Rissi se mantuvo firme en su defensa de los derechos de los trabajadores, de los pueblos originarios, y de las minorías, entendiendo que el arte podía y debía ser un motor de cambio social. "Te puede gustar o no, pero estábamos mejor con Cristina Fernández de Kirchner", afirmó en una de sus últimas entrevistas, destacando la importancia de un proyecto político que puso al pueblo en el centro de la escena.
Además de ser un actor talentoso y un hombre comprometido con su tiempo, Rissi fue un educador incansable. En su escuela *Brancaleone*, impartió clases que iban mucho más allá de la técnica actoral; enseñó a sus alumnos a ser conscientes de su rol social y a usar el teatro como una herramienta para expresar las inquietudes, los deseos y las luchas de un pueblo. Para él, el arte no era solo un medio de expresión individual, sino una forma de conectar a las personas con su historia y su realidad.
Hoy, un año después de su partida, su recuerdo sigue vivo en la memoria de quienes lo conocieron y trabajaron con él. Compañeros de trabajo, amigos, y estudiantes coinciden en resaltar su generosidad, su capacidad para enseñar, y su amor incondicional por el teatro. En Monte Grande, donde fundó su escuela, su nombre es sinónimo de lucha, de arte popular y de compromiso con la comunidad. "Era un maestro, un hombre de lucha, de pensamiento crítico y de conciencia política", afirmaron quienes lo conocieron de cerca.
El legado de Claudio Rissi no es solo un legado artístico, sino también un legado de lucha política y social. En un país como Argentina, donde el arte y la política siempre han estado profundamente entrelazados, Rissi se erige como un ejemplo de cómo el arte puede ser una forma de resistencia, de transformación y de esperanza. Al recordar su vida y su obra, no solo celebramos a un gran actor, sino a un militante incansable que dedicó su vida a la cultura, al pueblo y a la justicia social.
En el corazón de todos aquellos que lo conocieron y en la memoria de la Argentina, Claudio Rissi sigue vivo. Su voz, sus enseñanzas y su lucha por un arte libre y popular seguirán resonando en los escenarios de todo el país.
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