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Agustina Propato: "ya no hay ningún bolsillo que lo resista".

  • Foto del escritor: Nahuel Hidalgo
    Nahuel Hidalgo
  • 29 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

Las declaraciones de la diputada Agustina Propato en Crónica TV sobre el impacto de las políticas económicas en los sectores más vulnerables de la Argentina trazan un panorama alarmante, que trae recuerdos de los fantasmas de modelos económicos ya transitados en nuestra historia. Al mencionar el decreto 7023, que desregula precios esenciales como los de la canasta básica alimentaria y energética, se expone una de las características centrales de los gobiernos neoliberales: la transferencia de recursos desde los sectores populares hacia los grandes grupos económicos, bajo la bandera de una supuesta "libertad económica".



El ajuste estructural que se avecina bajo la administración de Javier Milei guarda inquietantes similitudes con los modelos implementados por Carlos Menem en los años 90 y Mauricio Macri entre 2015 y 2019. En ambos casos, la desregulación, la privatización y la apertura indiscriminada de los mercados dejaron profundas heridas sociales y económicas.


Durante el menemismo, se desarticuló el aparato productivo nacional, se regalaron los activos estratégicos del Estado y se condenó a millones de trabajadores al desempleo o la precarización laboral. El "uno a uno", una ficción monetaria que celebraba estabilidad cambiaria, tuvo como contracara el desmantelamiento de la industria y una pobreza estructural que perdura hasta hoy. La idea de que el mercado por sí solo resolvería las desigualdades fue, una vez más, un espejismo.


En la era macrista, los aumentos desmedidos de tarifas, la apertura importadora y el endeudamiento externo masivo reprodujeron ese patrón. El "gradualismo" terminó siendo un ajuste feroz para los trabajadores, los jubilados y las pequeñas empresas, mientras el peso de los servicios públicos y los alimentos ahogaba a las familias. Lo mismo que señala Propato hoy: “no hay bolsillo que lo resista”.


Ahora, Milei busca reeditar esas recetas con aún más agresividad: dolarización, eliminación de derechos laborales, arancelamiento de la educación y la salud, desregulación absoluta de los mercados. Su discurso de "romper con la casta" oculta una intención clara de profundizar un modelo de concentración de la riqueza, donde la desigualdad se naturaliza y el mérito individual se utiliza como excusa para justificar la exclusión.



Lo que la diputada Propato pone sobre la mesa es la desconexión entre las cifras macroeconómicas que los gobiernos neoliberales celebran y la realidad de los sectores populares. Así como en los 90 la privatización de YPF o los ferrocarriles se justificó con promesas de modernización, hoy la eliminación de subsidios o la dolarización se vende como la única solución viable. Pero estas políticas solo agravan la concentración de la riqueza y debilitan la capacidad del Estado para proteger a los más vulnerables.


La historia argentina nos ha demostrado que estos ciclos de ajuste y desigualdad no terminan bien. Las mayorías empobrecidas, el endeudamiento externo y la pérdida de soberanía económica son las consecuencias directas de estas políticas. Frente a ello, las palabras de Propato son un llamado a la reflexión y a la resistencia: necesitamos un modelo que priorice la justicia social, el trabajo y la producción nacional, no uno que perpetúe la dependencia y la exclusión.

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