De la basura al trabajo: el ambientalismo popular que impulsa Daniela Vilar
- Nahuel Hidalgo

- 30 jul
- 2 Min. de lectura
¿Qué tienen en común una mochila hecha con silobolsa, una costurera de barrio y un ministerio provincial? Mucho más de lo que parece. En la Provincia de Buenos Aires, los residuos textiles —esos retazos, descartes industriales y ropa que ya nadie usa— están empezando a formar parte de un nuevo modelo de producción con inclusión social, mirada ambiental y trabajo digno. No es teoría: es política pública en marcha.
Desde el Ministerio de Ambiente, la gestión de Daniela Vilar se enfoca en transformar problemas estructurales en oportunidades concretas. La basura no es solo un residuo; es también una puerta de entrada a circuitos económicos que generan empleo, regeneran el ambiente y reconocen el rol histórico de quienes siempre estuvieron en los márgenes del sistema: recicladores, costureras, cooperativas y pequeños talleres populares.
Un claro ejemplo de esto es la estrategia sobre residuos textiles, una corriente que suele ser olvidada en los planes de reciclaje, pero que genera más de 570 toneladas diarias en la provincia. Frente a esta realidad, el Ministerio no solo diagnostica, sino que impulsa soluciones reales, acompañando a cooperativas, municipios e industrias para construir una red de economía circular con impacto social.
Uno de los casos destacados es el de BI Remake, un emprendimiento que transforma descartes textiles en mochilas, pilotos de lluvia, fundas y más. Pero no es solo diseño sustentable: detrás hay costureras populares, cooperativas de recicladores y una lógica de producción con justicia social y climática. La Provincia no solo los acompaña con certificaciones y compras públicas sustentables, sino que promueve un modelo de articulación público-privado que podría ser una punta de lanza para una política nacional.
Lo interesante de esta visión es que no romantiza la basura, ni se queda en la denuncia, sino que la convierte en recurso, en empleo, en diseño y en política pública concreta. Porque la economía circular no puede ser solo un slogan verde: tiene que ser una estrategia de desarrollo con rostro humano.
Con iniciativas como esta, el Ministerio de Ambiente pone sobre la mesa algo fundamental: la transición ecológica no puede hacerse sin justicia social, ni sin trabajadores. Y eso también es peronismo.






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