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El legado africano del Papa Francisco: una voz por la liberación de los pueblos

  • Foto del escritor: Nahuel Hidalgo
    Nahuel Hidalgo
  • 25 abr
  • 3 Min. de lectura

La muerte del Papa Francisco en abril de 2025 marca el cierre de un capítulo profundamente transformador para África. Su pontificado fue una acción política, espiritual y social en favor de la justicia, la paz y la dignidad de los pueblos históricamente oprimidos.

África fue un eje clave de esa misión.


Una voz contra el imperialismo y la explotación


Desde el inicio de su papado, Francisco denunció con firmeza las nuevas formas de colonialismo que aún afectan al continente. Lo expresó en encíclicas, discursos y gestos concretos. Cuestionó a las potencias que continúan saqueando los recursos naturales africanos, alimentando la pobreza y la violencia estructural.


Su mensaje estuvo alineado con las luchas por la autodeterminación y con la teología de la liberación que, nacida en América Latina, encontró eco en África: la espiritualidad verdadera se construye con justicia.


Presencia activa en los procesos de paz


Francisco no se limitó a observar. En 2015 viajó a Bangui, capital de la República Centroafricana, en pleno conflicto armado. Allí celebró misa junto a líderes cristianos y musulmanes, compartiendo el papamóvil como símbolo de unidad en medio del horror.

Respaldó también el proceso de paz en Sudán del Sur y dejó claro que la paz auténtica requiere justicia social.

En 2015, el Papa Francisco visitó Kenia, un país que vivía momentos de desafío social y político. Durante su estancia, optó por ir más allá de los eventos protocolares y visitó los barrios marginales de Nairobi, donde la pobreza y la exclusión social afectaban a miles de personas. Esta decisión simbolizó un mensaje poderoso: el Evangelio de la liberación llega a los rincones más olvidados de la sociedad. En ese contexto, Francisco proclamó un mensaje de esperanza y justicia, reiterando que la verdadera paz y el progreso solo se alcanzan cuando se aborda la dignidad humana de todos, especialmente de los más vulnerables. Su presencia en estos lugares empobrecidos no fue solo una muestra de solidaridad, sino también un llamado a las autoridades y a la comunidad internacional para no olvidar a quienes históricamente han sido despojados de sus derechos.

Una Iglesia que escucha a África desde África


El Papa alentó a las Iglesias locales a asumir sus propios caminos ante los desafíos sociales, políticos y espirituales. Rompió con la tradición centralista de Roma y promovió una descentralización real. Las comunidades africanas comenzaron a desarrollar teologías, liturgias y prioridades desde sus propias culturas.


En sus palabras: “No es necesario que el Papa tenga que resolverlo todo”.


Este enfoque fortaleció la voz y la autonomía de los pueblos africanos dentro de la Iglesia global.

Juventud como protagonista del cambio


El vínculo del Papa con la juventud africana fue profundo. En 2022 mantuvo un diálogo virtual con más de mil jóvenes de distintos países del continente. Escuchó sus preguntas, respondió con claridad y los animó a liderar las transformaciones que el mundo necesita.

No se trató solo de palabras: impulsó programas concretos para fomentar la formación, el trabajo digno y el liderazgo juvenil.


Hacia una Iglesia con rostro africano


Durante su papado, el Vaticano empezó a abrir espacio a referentes del continente en la toma de decisiones. Francisco eligió obispos con compromiso territorial, promovió una mayor participación de las mujeres y respaldó la autonomía de universidades y seminarios africanos.

Apostó por una Iglesia que acompañe a los pueblos, que dialogue con las culturas locales y que reconozca la riqueza espiritual de África.


Un mensaje de liberación


El legado africano de Francisco se inscribe en su visión de Iglesia como comunidad que sirve, no que domina. Caminó entre los pobres, habló en nombre de los oprimidos y defendió la dignidad como eje de toda espiritualidad.


Para millones de personas en África, Francisco fue más que un líder religioso. Fue un hermano que entendió que la fe también es acción. Un Papa que creyó que el Reino de Dios comienza aquí, cuando hay tierra, techo, trabajo y libertad para todos.

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