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Ferraresi en Quilmes, entre la ironía y la desmemoria

  • Foto del escritor: Nahuel Hidalgo
    Nahuel Hidalgo
  • 19 nov 2024
  • 2 Min. de lectura

El pasado fin de semana, los vecinos de los humildes barrios de La Matera y Villa Luján, en Quilmes, fueron testigos de una escena que ofende a la memoria y la dignidad de nuestro pueblo. Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda y exministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, decidió pasear por estos barrios como si descubriera, por primera vez, las carencias y urgencias que aquejan a sus habitantes. Sin embargo, este recorrido no es más que un gesto de ironía y desvergüenza, pues Ferraresi no es un actor nuevo en esta trama de desigualdad.



Durante su paso por el Ministerio de Hábitat, tuvo en sus manos la responsabilidad y el poder para transformar esta realidad. ¿Qué hizo? Nada. Miró hacia otro lado. Ignoró las necesidades de Quilmes y, peor aún, obstaculizó proyectos que podrían haber cambiado el destino de miles de familias. Hoy, con una actitud altiva y paternalista, apunta con el dedo a los vacíos que él mismo contribuyó a mantener, como si su paso por el poder fuera un capítulo borrado de la historia.


Este tipo de visitas no es fortuito. No se trata de empatía ni compromiso, sino de una calculada provocación política. Ferraresi no vino a Quilmes a construir ni a proponer soluciones. Vino a sembrar discordia, a fabricar un relato para apuntalar sus ambiciones personales. Porque eso es lo que representa su visita: el peor rostro de la política, donde los intereses individuales se imponen sobre los colectivos y el sufrimiento del pueblo se utiliza como herramienta de campaña.


La historia de Quilmes no puede contarse sin mencionar décadas de abandono y postergación. Sin embargo, durante el primer período de la gestión de la compañera Mayra Mendoza, comenzaron a revertirse años de atraso con obras que trajeron dignidad a los barrios. El progreso pudo haber sido mayor si quienes debían articular políticas públicas desde Nación hubiesen estado a la altura de su responsabilidad. Pero no lo estuvieron.


Ferraresi, lejos de asumir sus omisiones, opta por señalar carencias que él mismo perpetuó. Y lo hace en un contexto donde la articulación entre niveles de gobierno es crucial para solucionar problemas estructurales como los hídricos o las obras de infraestructura básica. Elegir el ataque en lugar de la cooperación no solo es irresponsable; es una traición al pueblo que dice representar.


Quilmes no necesita discursos vacíos ni visitas mediáticas. Necesita trabajo articulado, soluciones concretas y el compromiso genuino de todos los actores políticos para priorizar a la gente por encima de las ambiciones. La Matera y Villa Luján, como tantos otros barrios, requieren obras que transformen vidas, no paseos que ofendan la memoria y la inteligencia de sus habitantes.


Es tiempo de poner a los vecinos en el centro de la política. El pueblo no tiene tiempo para cuentos ni egos desmedidos. Hoy más que nunca, la gestión de la compañera Mayra Mendoza necesita el acompañamiento de quienes, con humildad y compromiso, estén dispuestos a tender puentes y construir un futuro más justo para todos. Lo demás, como siempre, es puro teatro. Y en este escenario, los quilmeños no serán extras de una farsa.


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