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La lucha vence al odio.

  • Foto del escritor: Conurbano Profundo
    Conurbano Profundo
  • 14 jun
  • 6 Min. de lectura

El pueblo argentino conoce de luchas. Conoce de proscripciones. Conoce sobre dictaduras y autoritarismos. Conoce de odio y conoce de amor.

Por Orlando Agüero.


Por qué nos pasa lo que nos pasa.


Desde que asumió el gobierno de Javier MIlei, hace un año y medio, se puso en marcha la profundización de un plan de expoliación de los bienes nacionales basado en un siniestro programa de empobrecimiento masivo de la población. A tal efecto los recursos utilizados por el gobierno nacional son la represión, la persecución, la judicialización y la cárcel, entre otros, de quienes representan un peligro para la acumulación del régimen. Esta lógica es contra quienes luchamos por detener este saqueo organizado. Son los sectores de la derecha transnacional, que operan en nuestro país, quienes están detrás de la destrucción de nuestra limitada democracia. Empresarios de la comunicación, del sector productivo, de servicios, agroexportador, científico y financiero.


Además, este plan de extracción de recursos, que transfiere activos económicos desde los sectores trabajadores hacia los miembros del poder económico y financiero, forma parte de algo mucho más integral. Es decir, que asistimos a una transformación en las relaciones políticas y sociales que podemos categorizar como un cambio de ciclo político global y que afecta a la humanidad en su conjunto. Este cambio de etapa aún está en curso. Es decir que todavía se encuentra en plena ejecución.


Pandemia, factor fundamental del corrimiento a la derecha del debate sobre lo público.

Uno de los rasgos más importantes que determinó este fuerte cambio, fue la Pandemia de Covid19. Fuimos testigos y protagonistas, al mismo tiempo, de un acontecimiento mundial que determinó modificaciones en el comportamiento individual y social a nivel global. La OMS considera que entre el 2020 y 2021 fallecieron quince millones de personas. Todo un genocidio. Sin embargo los impactos en las personas y las sociedades fueron mucho peor.


Ansiedad, estrés, indefensión, frustración, discriminación, estigma, aumento de la pobreza, desocupación, disminución de ingresos y salarios y una recesión mundial absolutamente profunda. Además, la interrupción de la cotidianeidad educativa impactó hondo en su calidad. También desnudó la realidad sobre los sistemas de salud, sobre todo estatales, debido a la sobrecarga de pacientes y de turnos. También afectó a los gobiernos, dado que los pueblos, perdieron la confianza en la política y todo lo relacionado a esto como la justicia, la seguridad etc.


Con estos datos, proporcionados por la OMS, podemos observar con un poco más de claridad el golpe que significó la pandemia, un cambio en las reglas de juego mundial.


En este sentido podemos señalar algunos efectos que por esta razón se profundizaron en el planeta:


La alteración de la estructura geo-política existente hasta ahora. La profundización de los conflictos bélicos, que afecta el mapa mundial, generando desplazamientos y migraciones de todo tipo que modifica la lógica poblacional de los países capitalistas centrales.


Es también por la hiper-concentración de las riquezas mundiales en muy pocas manos, principalmente en las corporaciones transnacionales. Esto genera entonces un mayor nivel de pobreza a nivel mundial y un crecimiento exponencial en cantidad de personas que sufren este flagelo.


Este cambio de ciclo también es producto de una desilusión generalizada de los pueblos, producto de la falta de respuestas de la política tradicional desde los Estados en la resolución de los problemas básicos de las grandes mayorías como la falta de trabajo, el problema del hambre, de vivienda, de seguridad y la desprotección creciente sobre las niñeces, adolescencias, adultos mayores, mujeres y disidencias sexuales.


La corrupción generalizada en los ámbitos políticos, en la administración de la justicia y en las empresas, genera una creciente desconfianza popular en los partidos políticos, el sistema electoral, en los fallos del poder judicial y en el sector empresario transnacional de servicios y financieros que se llenan de dinero mientras los pueblos empobrecen.


Como explicamos la existencia de La Libertad Avanza.


Es decir que, en nuestro país, la asunción de la La Libertad Avanza se explica comprendiendo este cambio sustancial de las reglas del juego. Porque dentro de los flácidos márgenes de nuestra democracia restringida, y ante la decepción y depresión popular por la falta de respuestas de “la política” a los problemas reales, se hizo posible que una propuesta como la de Javier Milei cautivara transversalmente a la sociedad. Ese lugar lo ocupó gracias a que las demás ofertas electorales llegaron a representar lo peor de las administraciones políticas. Es decir, que ganó las elecciones para imponer un supuesto plan de estabilización de la economía a costas de empobrecer profundamente a los trabajadores y trabajadoras, reprimir duramente la protesta, judicializar a la militancia popular y cercenar todos los derechos democráticos posibles, al compás de un enriquecimiento sustancial de los sectores del poder económico y financiero, basado en el saqueo, el endeudamiento y la fuga de capitales en tiempo récord. Para eso es que precisaba un crecimiento brutal del autoritarismo que al día de hoy es real y tangible. Solo de esta manera el gobierno de Javier Milei junto a sus aliados de la derecha política, judicial y mediática logra, a modo de ejemplo, dar los pasos necesarios para proscribir y encarcelar a Cristina Fernández de Kirchner. Este hecho abre un nuevo ciclo de luchas y confrontación contra la antipatria, que podría reeditar una especie de diecisiete de octubre moderno mezclado con un posible nuevo “Luche y Vuelve”. Es decir, que este período podría convertirse en fundamental en el proceso de disputa contra los saqueadores de las riquezas y destructores del Estado, la Democracia y la Vida de millones de personas.


Sin embargo, muy a pesar de las transformaciones del orden mundial, el pueblo argentino está creciendo en conflictividad y luchas. Esto es, en parte, porque en el adn argentino está impreso luchar para liberarse de los opresores. Provenimos de una larga tradición de pelea y organización. Desde la resistencia de los pueblos originarios ante el invasor extranjero hasta las luchas por la Independencia y la conformación del Estado Nación que nuestro pueblo sale a luchar sin medir tanto los costos.


Desde la creación del Estado, con las luchas de los primeros anarquistas hasta el presente, se viene librando una especie de batalla por la aplicación de distintas propuestas de país.

Por un lado el proyecto de la burguesía oligárquica que desea un país con producción primaria, extractiva de los recursos de la tierra, ríos y mar, para comerciarlos en el mercado mundial del imperialismo capitalista. Esto es una minoría pero que ha acumulado muchos recursos económicos y cuenta entonces con el poder que otorga el dinero.


Otro, que busca un modelo de país donde se priorice la producción industrial, ligada a los distintos mercados globales, con un mejor reparto de los dividendos. Esta opción es mayoritaria en términos de pueblo.


Pero también existe una tercera opción que propone que hay que cambiar de sistema político-económico para instalar un programa socialista. Sin dudas esta tercera propuesta de país es por ahora minoritaria, pero con incidencia en muchos órdenes sociales, políticos y culturales.


Es en esta disputa donde nos encontramos hoy


Metidos en el medio de una transformación del Orden Mundial y en la pelea por el modelo país que se desea imponer en nuestro territorio nacional. Es por eso que en los últimos días se han profundizado los escenarios de conflicto. Cortes de rutas y autopistas. Movilizaciones multitudinarias y escraches fueron algunas de las demostraciones de acción directa en el marco de una resistencia por detener el avance del autoritarismo que quiere imponer una lógica de país que beneficie solo a unos pocos. Es por este camino que debemos transitar.


Multiplicar el deseo de victoria en el pueblo y construyendo poder desde abajo, son las principales tareas para vencer la decepción y la depresión de las masas. Terminar con el no involucramiento en la política y en las cosas comunes. Participar en las elecciones con nuestro voto, pero sin quedarnos en eso solo. Acompañar el proceso de emancipación desde la pelea callejera porque solo con lucha popular venceremos al odio encarnado en las principales esferas del poder concentrado.


Luchar con amor, bronca y alegría.


Esta es una frase que se debería transformar en un sentimiento místico que nos proporcione alma al cuerpo social de la Argentina en el marco de la lucha por liberarnos del cipayismo vende patria instalado en el gobierno nacional.

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