Qué sabemos del conflicto en el Cáucaso
- Conurbano Profundo
- 9 jun 2024
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La región del Cáucaso, una encrucijada histórica de culturas y rutas comerciales, enfrenta hoy una situación complicada y desafiante. Al igual que Nicaragua ha sido marcada por su ubicación geográfica entre dos océanos, el Cáucaso ha sido definido por su posición estratégica entre el Mar Negro y el Mar Caspio. Compuesto por diversos países y etnias, y dividido en términos religiosos y culturales, el Cáucaso sigue siendo un punto de conexión crucial entre Europa y Asia. Sin embargo, su riqueza geoestratégica ha venido acompañada de una historia de conflictos y tensiones que persisten hasta nuestros días.

La región siempre ha sido un lugar de tránsito e intercambio, una ruta vital que une el Este con el Oeste y el Norte con el Sur. Hoy en día, proyectos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China y el Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur de Rusia e Irán buscan revitalizar estas antiguas rutas comerciales, emulando las redes que existían antes de la hegemonía marítima impuesta por las potencias europeas desde el siglo XVI.
Históricamente, el Cáucaso ha sido un tablero de juego para los imperios vecinos, como el Imperio Persa, el Otomano y el Ruso. Tras la caída de estos imperios y las turbulencias del siglo XX, los países del Cáucaso lograron independizarse de la Unión Soviética en 1991. Sin embargo, la independencia trajo consigo una nueva ola de conflictos: la guerra entre Armenia y Azerbaiyán por Nagorno Karabakh, la guerra civil en Georgia y las demandas de independencia de Abjasia y Osetia del Sur.
Desde su independencia, solo Azerbaiyán ha disfrutado de una relativa estabilidad política, mientras que Armenia y Georgia han sido testigos de inestabilidad y conflictos internos. Este desequilibrio se ve agravado por la intervención de potencias extranjeras, principalmente Estados Unidos y la Unión Europea, que buscan alejar a estos países de su tradicional esfera de influencia rusa y minimizar su participación en la Iniciativa de la Franja y la Ruta.
Georgia, en particular, se encuentra en una encrucijada. Aunque ha recibido apoyo económico y militar de Occidente, la presión para distanciarse de Rusia y China ha generado tensiones internas. La reciente aprobación en su parlamento de una ley para regular las actividades de agentes extranjeros ha provocado una fuerte reacción de parte de la UE y Estados Unidos, evidenciando el dilema de elegir entre la cooperación con Occidente o con sus vecinos históricos.
Armenia, por su parte, experimentó un cambio político significativo en 2018 con una revolución de colores que inclinó al país hacia Occidente. No obstante, esta orientación no evitó la derrota en la Segunda Guerra de Nagorno Karabakh en 2020, lo que resultó en la devolución de territorios a Azerbaiyán. A pesar de la intervención de las fuerzas de paz rusas, la situación humanitaria en la región sigue siendo precaria.
Azerbaiyán ha logrado equilibrar sus relaciones con Turquía, Irán, Rusia y China, evitando así los dilemas que enfrentan Georgia y Armenia. Ha aumentado su suministro de gas natural a Europa y ha desarrollado corredores de transporte hacia Europa y Asia. La cooperación con Rusia y China ha sido particularmente fructífera, destacando la construcción de infraestructuras clave y la participación en el Corredor Norte-Sur.
La reciente declaración del presidente ruso Vladimir Putin sobre las relaciones con Azerbaiyán subraya la importancia de estas colaboraciones para el futuro de la región. Los proyectos de infraestructura y logística no solo beneficiarán a Azerbaiyán, sino que también podrán integrarse con los corredores promovidos por China, fortaleciendo así las conexiones comerciales y energéticas.
En conclusión, el Cáucaso se encuentra en un punto crucial donde debe decidir entre las promesas de Occidente y las oportunidades de cooperación con sus vecinos históricos. Las aspiraciones de sus poblaciones por un mejor nivel de vida chocan con los dilemas impuestos por las potencias extranjeras. En este contexto, la cooperación con Rusia y China parece ofrecer un camino más sostenible y mutuamente beneficioso, contrario a las relaciones de dependencia y control que a menudo caracterizan las ofertas occidentales. Como en América Central, el desarrollo humano y la prosperidad del Cáucaso dependen de la capacidad de sus países para aprovechar su ubicación geoestratégica y desarrollar una infraestructura robusta que conecte la región con el mundo.
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