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El fuego de octubre se encendió en agosto

  • Foto del escritor: Conurbano Profundo
    Conurbano Profundo
  • 10 sept
  • 2 Min. de lectura

Por Fabio González, integrante del Instituto Generosa Frattassi


Disculpe, señor, pero nuestro pueblo nos ha demostrado que tiene memoria histórica”. Esa frase, pronunciada con firmeza, resume el sentir de millones de argentinos a 80 años de aquel 17 de octubre de 1945. El tizón está prendido todavía. Hay que soplarlo, hay que apantallarlo para que tome volumen y vuelva a ser llamarada.


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La derrota electoral de Javier Milei no fue un accidente, ni el resultado de cálculos de encuestadoras: fue el pueblo trabajador el que se expresó. Los “negros del conurbano” y los laburantes de las provincias recuerdan bien el aguinaldo, las ocho horas de trabajo, la obra social. Recuerdan lo que significa la justicia social. Quizás no lo hicieron hasta ahora en las calles, ni tirando piedras, pero fueron a votar. Lo hicieron con humildad, paciencia y sapiencia, y votaron contra un modelo de exclusión y entrega.


El voto fue un acto de dignidad. Un mensaje claro: este pueblo sabe de crisis, sabe de hambre y sabe de injusticias, pero también sabe organizarse. Y de las crisis no se sale igual: se sale mejor o se sale peor. Hoy, a pesar del dolor y del ajuste brutal, lo que empieza a surgir tiene aroma peronista.


Es hora de entender que la reconstrucción no vendrá de afuera, ni de figuras providenciales: será una tarea colectiva. Hay que dejar de lado peleas por contradicciones secundarias y observar cómo el adversario se divide. El desafío es reconfigurar el movimiento popular, tender puentes, forjar nuevos acuerdos y construir una salida política real para los humildes y los trabajadores de nuestra patria.


Ese camino exige humildad, paciencia y voluntad de mayoría. Implica reconocer errores, sumar fuerzas y recuperar el espíritu de aquel pueblo que hace 80 años cruzó puentes y calles para cambiar el destino del país. La historia vuelve a llamarnos.


El tizón está vivo. Está en las manos de los laburantes, en las voces de los jubilados, en el empuje de los jóvenes, en la lucha diaria de los barrios. Hoy ese fuego se enciende otra vez. Y no habrá motosierra ni ajuste que lo apague.


“La justicia social no se negocia, se conquista.”


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