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¿Zombies en la vida real? El riesgo oculto detrás de la neurotecnología y los chips cerebrales

  • Foto del escritor: Nahuel Hidalgo
    Nahuel Hidalgo
  • 22 abr
  • 3 Min. de lectura

Durante décadas, la idea de un apocalipsis zombie ha sido considerada parte de la ciencia ficción, alimentada por películas, videojuegos y novelas. Sin embargo, los avances actuales en neurociencia e inteligencia artificial, especialmente con tecnologías como Neuralink, nos obligan a repensar qué tan lejos estamos realmente de perder el control sobre la mente humana. Este trabajo explora la posibilidad de que, más allá del mito del zombie clásico, estemos entrando en una nueva etapa donde la autonomía cerebral puede ser intervenida, manipulada o hackeada.

Elon Musk y lo que puede venir


La figura del "zombie" en la cultura popular representa al ser humano despojado de su voluntad, guiado por impulsos primitivos y sin conciencia propia. Lo que alguna vez fue una metáfora del miedo a lo desconocido, hoy puede tener nuevos significados a la luz del desarrollo de tecnologías que apuntan a la integración directa entre el cerebro y sistemas artificiales.


Neuralink, el ambicioso proyecto de Elon Musk, propone una interfaz cerebro-computadora con el objetivo de "mejorar" las capacidades humanas. Aunque los beneficios médicos iniciales son evidentes (restauración de la movilidad, visión, comunicación para personas con parálisis), los riesgos de control externo de la mente humana no son un delirio conspiranoico, sino una alerta legítima desde sectores científicos y éticos.

¿Existen precedentes naturales de "zombificación"?


En la naturaleza, varios organismos ejercen control sobre otros:

  • El hongo Ophiocordyceps infecta a hormigas y modifica su comportamiento hasta llevarlas a una muerte estratégica para el ciclo del parásito.

  • La rabia en animales induce comportamientos agresivos, afectando zonas clave del cerebro humano.

  • Algunos parásitos alteran el sistema nervioso central de sus hospedadores, llevándolos a decisiones suicidas.

Estos fenómenos muestran que la alteración del libre albedrío mediante agentes externos no es un mito, sino una realidad biológica.


Del mito al microchip: el riesgo del control mental


Los dispositivos como Neuralink prometen una revolución en la forma en que los humanos interactuamos con la tecnología. Sin embargo, también abren la posibilidad de que nuestra mente sea:

  • Hackeada, como cualquier sistema digital.

  • Condicionada, mediante algoritmos que optimicen decisiones emocionales o racionales.

  • Dependiente, en una simbiosis irreversible con sistemas informáticos.

El "zombie moderno" no sería un cadáver andante, sino una persona con sus impulsos, emociones o pensamientos parcialmente controlados por una inteligencia artificial externa. La zombificación dejaría de ser biológica para convertirse en digital.


¿Un nuevo colonialismo mental?


Además del riesgo técnico, se abre un dilema geopolítico y social:

  • ¿Quién controla el código?

  • ¿Qué gobiernos, corporaciones o grupos decidirán los límites éticos de estas tecnologías?

  • ¿Habrá una élite “mejorada” y una mayoría sin acceso, o peor aún, usada como conejillo de indias?


La historia humana está llena de ejemplos donde los avances se usaron primero como armas o herramientas de dominación. ¿Por qué esta vez sería diferente?


Más allá de la ficción


No estamos afirmando que Neuralink o tecnologías similares convertirán a las personas en zombies al estilo Hollywood. Pero sí es fundamental entender que el camino hacia la manipulación profunda del comportamiento humano ya no es ciencia ficción.


La línea entre la mejora y el control, entre la libertad y la dependencia, se vuelve cada vez más fina cuando el dispositivo no está en tus manos, sino en tu cerebro.


Para reflexiónar


¿Cómo sabemos que ya no están usando este tipo de sistemas más allá de lo que nos cuentan?

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