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Clubes que transforman: 20 patinadoras, un podio sudamericano y una lección de comunidad

  • Foto del escritor: Nahuel Hidalgo
    Nahuel Hidalgo
  • 25 jun
  • 2 Min. de lectura

En Argentina, los clubes de barrio no solo sostienen el deporte: lo hacen crecer. Son el primer hogar deportivo de miles de chicos y chicas que, con el tiempo, se convierten en atletas, entrenadores, dirigentes, docentes o, simplemente, personas comprometidas con su comunidad. Allí se enseñan valores, se construyen vínculos y se sueña en grupo.

Un claro ejemplo de eso es el Club Estrella del Dorado, de Quilmes Oeste, que recientemente vivió una experiencia inolvidable: 20 patinadoras viajaron al Open Sudamericano de Patinaje Artístico en Brasil y todas regresaron con medallas. La historia de este logro colectivo trasciende lo deportivo y muestra cómo los clubes populares siguen siendo espacios fundamentales en la formación integral de la juventud.


Un triunfo tejido en comunidad


Este viaje no fue fruto del azar. Fue el resultado de meses de trabajo compartido entre profesoras, familias, alumnas y el club. Las entrenadoras —Mariana, Florencia y Paula Piriz— lideraron un proceso que combinó técnica, esfuerzo físico y contención emocional, preparando al equipo para competir en un torneo con reglamentos e idioma diferentes.

Pero también hubo bingos, ferias, rifas, costura de vestuarios, traducciones caseras y acompañamiento mutuo. Cada patinadora que subió al podio en Brasil lo hizo con el empuje de todo un barrio atrás.


Los clubes como espacios de formación ciudadana


Más allá del viaje, el Estrella del Dorado demuestra lo que tantos clubes hacen a diario en el país: formar personas con valores de respeto, solidaridad, esfuerzo y compañerismo. En sus pistas no solo se aprende a patinar, sino también a convivir, a compartir y a luchar por objetivos comunes.


La escuela de patinaje del club, donde hoy entrenan más de 80 chicas, funciona como una pequeña comunidad dentro de una más grande. Las decisiones se comparten, las dificultades se enfrentan en grupo, y el orgullo es siempre colectivo. “Ninguna es tan buena como todas juntas”, repiten las profesoras, como un lema que guía.


La importancia de apoyar y fortalecer estos espacios


Lo que logró el Estrella del Dorado es posible gracias a la convicción y el trabajo de quienes hacen vida en el club todos los días. Pero también a un entramado barrial que cuida y celebra sus espacios. Por eso, cada política pública que apuesta a mejorar la infraestructura, acompañar a las instituciones y facilitar el acceso de más chicos y chicas al deporte, es una inversión en el futuro.


Porque cuando un club crece, también crece su barrio. Y cuando una patinadora llega a un torneo internacional con una medalla, todo su barrio se siente parte.


Un mensaje que inspira


La experiencia en Brasil dejó medallas, sí. Pero también dejó un mensaje: que el deporte popular, el de base, el de los clubes de barrio, es capaz de llegar muy lejos cuando hay comunidad, esfuerzo compartido y un sueño en común.


No se trata solo de competir. Se trata de formar, de incluir, de abrazar. Y eso, en Argentina, lo siguen haciendo —cada día— los clubes de barrio.

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