Javi Poves e Iru Landucci bajo fuego: ¿Crítica o persecución mediática?
- Nahuel Hidalgo
- 21 mar
- 2 Min. de lectura
En un mundo que se jacta de promover la libertad de pensamiento y expresión, resulta paradójico observar cómo ciertos sectores, incluidos algunos medios de comunicación, recurren a la descalificación, los insultos y los ataques personales para desacreditar ideas que no comparten. Este es el caso del reciente informe del canal La Sexta, donde no solo se intenta desmontar las teorías del terraplanismo, sino que también se lanzan agravios contra figuras como Javi Poves e Iru Landucci, dos de sus defensores más conocidos.

En lugar de abordar el tema con rigor periodístico y respeto, el reportaje parece más interesado en ridiculizar y destruir la imagen de estas personas que en informar. Esto no solo es contraproducente, sino que también contribuye a generar más división y polarización entre quienes defienden la versión científica y quienes forman parte de movimientos alternativos, como el terraplanismo.
Es preocupante ver cómo, en lugar de fomentar el diálogo y el debate constructivo, se opta por la descalificación fácil y el ataque personal. Este tipo de periodismo no informa; solo alimenta el odio y la desconfianza hacia los medios y las instituciones. Además, lejos de disuadir a los seguidores de estas teorías, lo que consigue es darles más visibilidad y fortalecer su sensación de persecución. De hecho, es evidente que el movimiento terraplanista ha crecido en parte gracias a la publicidad negativa que recibe.
La libertad de expresión es un derecho fundamental, y conlleva la responsabilidad de escuchar y debatir, incluso con quienes piensan de manera diametralmente opuesta. Desacreditar a alguien no por sus ideas, sino a través de insultos y ataques personales, es una forma de intolerancia que no contribuye a la construcción de una sociedad más informada y respetuosa.
En lugar de ridiculizar y atacar, los medios deberían esforzarse por entender por qué estas teorías ganan adeptos y abordar las preocupaciones subyacentes que llevan a las personas a cuestionar el conocimiento establecido. Solo a través del diálogo respetuoso y la educación se puede contrarrestar la desinformación sin caer en la polarización y el odio.
Criticar no significa destruir. Informar no significa imponer. Y debatir no significa insultar. Es hora de que los medios reflexionen sobre su papel en la sociedad y dejen de alimentar la división con ataques que solo generan más ruido y menos entendimiento.
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