Que florezcan mil flores: juventud, derechos y la primavera peronista
- Nahuel Hidalgo
- 21 sept
- 4 Min. de lectura
Hoy que llega la primavera, es imposible no pensar en la juventud argentina, en su fuerza, en su capacidad de soñar y de cambiar la realidad. Desde Perón y Evita hasta Néstor y Cristina, nuestra historia nos enseñó que el pueblo organizado es invencible, que la educación, la salud, la cultura y el trabajo son derechos sagrados, y que nadie se salva solo.

Entre 2003 y 2015, Néstor y Cristina pusieron el corazón y el Estado al servicio de la juventud. Transformaron la escuela secundaria en un derecho efectivo, crearon 17 universidades nuevas y realizaron más de 200 obras en nuestras universidades públicas, para que ningún pibe quede afuera por falta de recursos o de oportunidades. Cada aula, cada laboratorio, cada biblioteca fue una semilla que brotó para que los jóvenes pudieran soñar y construir su futuro.
El trabajo también fue un derecho recuperado. Con programas como Jóvenes con Más y Mejor Trabajo y el fomento al emprendimiento juvenil, miles de jóvenes pudieron acceder a empleo digno, capacitarse y emprender. Porque el trabajo no es una dádiva, es una conquista, y la dignidad se defiende con acción colectiva.
En salud, el Programa Nacer y luego Sumar llevó atención médica gratuita a mujeres, niños y jóvenes sin cobertura. Cada consulta, cada vacuna, cada control fue un acto de justicia social: un mensaje claro de que la juventud merece crecer sana para estudiar, trabajar y luchar por su país.
La cultura también floreció. Gracias al INCAA y al apoyo a proyectos culturales, miles de jóvenes cineastas, artistas y músicos pudieron crear, expresarse y difundir su talento. Cada película, cada obra de teatro, cada concierto gratuito fue una flor que nació en medio de la tormenta, demostrando que la identidad nacional y la creatividad son armas contra la dominación cultural y económica.
Semillas de futuro: ciencia, deporte y participación
La ciencia, la tecnología y la innovación también fueron un espacio de florecimiento para la juventud. Programas de becas, laboratorios universitarios y proyectos de investigación permitieron que miles de jóvenes pudieran estudiar, crear y experimentar, preparándose para un futuro de desarrollo científico y tecnológico. Espacios como Tecnópolis se convirtieron en vitrinas del conocimiento y la creatividad, donde los jóvenes podían aprender, inspirarse y conectarse con la ciencia, la tecnología, la cultura y la innovación de manera directa y participativa. Cada visita, cada taller, cada experimento fue una semilla que estimuló el pensamiento crítico y la imaginación de nuestra juventud.
El deporte y la recreación fueron otros pilares esenciales. Con la construcción de polideportivos, apoyo a clubes de barrio, programas deportivos escolares y universitarios, miles de jóvenes pudieron desarrollarse física, social y emocionalmente. El deporte no solo fortaleció cuerpos sanos, sino también valores de equipo, solidaridad y esfuerzo colectivo, enseñando que la verdadera fuerza del pueblo se construye desde la participación y la cooperación.
Además, la participación juvenil se promovió en todos los ámbitos: desde radios y medios estudiantiles, hasta plataformas de expresión cultural y política. Se fomentó la inclusión, la diversidad y la conciencia cívica, para que cada joven pudiera tener voz y lugar en la construcción de un país más justo. La educación, la cultura, la ciencia, el deporte y la participación social se entrelazaron para que cada flor de nuestra juventud pudiera crecer fuerte, libre y orgullosa de soñar y construir su futuro.
Derechos humanos e inclusión: memoria, reparación y justicia
Los derechos humanos fueron una de las banderas más firmes de nuestros gobiernos. Se fortalecieron los juicios a la Junta Militar, llevando ante la justicia a los responsables de la última dictadura, y se promovió la recuperación de nietos apropiados, devolviendo identidad y dignidad a quienes la dictadura les había arrancado al nacer. Se impulsó la reparación histórica a las víctimas del terrorismo de Estado, reconociendo y acompañando a las familias afectadas.
Además, se avanzó en el reconocimiento de identidades de género, la inclusión social y la participación activa de los jóvenes en la memoria histórica, enseñando que la solidaridad es nuestra fuerza y la memoria nuestra arma más poderosa contra la impunidad. Cada juicio, cada nieto recuperado, cada acto de reparación fue una semilla que florece en la conciencia de las nuevas generaciones, recordándoles que la lucha por la justicia social es un compromiso de todos los días.
Cristina fue atacada, judicializada y encarcelada, pero la primavera del peronismo no se detuvo. Cada golpe recibido por el poder real, cada intento de secar nuestra fuerza, solo hizo que nuestras raíces se hundieran más profundo y nuestras flores crecieran más fuertes. Como en El Eternauta, cuando todo parecía imposible, la resistencia colectiva permitió sobrevivir y renacer.
Hoy recordamos todo lo que se hizo por la juventud: educación, salud, trabajo, cultura, inclusión y derechos humanos. Cada logro es una flor viva que crece pese a los ataques, un símbolo de que el peronismo no se negocia, no se entrega y nunca se rinde.
Que florezcan mil flores. Que florezca la educación, la salud, la cultura, el trabajo y la justicia social. Que florezca la juventud argentina, que sigue siendo el corazón del pueblo y de un peronismo que resiste, que aprende de la historia y que siempre, siempre renace.
Que florezcan mil flores y, con ellas, que venga un nuevo tiempo para nuestros jubilados, nuestros estudiantes universitarios, nuestros discapacitados y los humildes de toda la patria. Que cada flor sea un acto de resistencia, un símbolo de solidaridad y de esperanza.
En octubre tenemos que unir fuerzas para parar la motosierra de Milei, que vuelve a intentar destruir la primavera que construimos con tanto esfuerzo. Que nuestra lucha sea colectiva, nuestra voz unida y nuestras manos firmes, porque mientras florezcan las flores, el peronismo y el pueblo seguirán de pie, creciendo y renaciendo siempre.

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