Trabajadores de Granja Tres Arroyos luchan por su salario y futuro
- Nahuel Hidalgo
- 23 feb
- 4 Min. de lectura
En la Plaza Ramírez de Concepción del Uruguay, los rostros de preocupación se repiten. Son hombres y mujeres de todas las edades, algunos con sus hijos en brazos, otros con miradas que reflejan el cansancio de días de incertidumbre. No marchan solo por un salario, marchan por su derecho a seguir llevando el pan a sus casas, por su dignidad y por el futuro de sus familias.

Este domingo, los trabajadores de Granja Tres Arroyos volvieron a movilizarse. Partieron desde la Terminal de Ómnibus y recorrieron el microcentro con una consigna clara: exigir el pago de los sueldos adeudados y defender sus puestos de trabajo. No es la primera vez que lo hacen. El 19 y 20 de febrero se concentraron frente al municipio y también realizaron protestas en la planta. Pero la respuesta sigue sin llegar.
La movilización ocurre en la antesala de una reunión crucial con el Ministerio de Trabajo de la Nación, que se realizará el lunes. Según Joaquín De Grazia, directivo de la empresa, en ese encuentro se tomará "la decisión final". Una frase que pesa sobre cada trabajador como una sentencia incierta.
El costo de perder un trabajo
Para muchos, la pérdida de un empleo no es solo una cuestión económica. Es también una herida emocional que golpea con fuerza. Significa la angustia de no saber cómo pagar el alquiler, la tristeza de ver a los hijos pedir algo que de repente se vuelve inaccesible, la vergüenza de no poder contribuir en la mesa familiar.
"Mi marido trabaja hace más de diez años en la planta, y ahora estamos con el corazón en la boca porque no sabemos qué va a pasar. ¿Cómo le explicás a un nene que su papá no sabe si va a poder comprarle los útiles para la escuela?", dice Laura, novia de uno de los empleados afectados.
Las historias se repiten una y otra vez entre los manifestantes. Algunos tienen créditos que ya no podrán pagar, otros dependen de este ingreso para mantener a sus padres mayores. Y detrás de cada número de empleado, hay una vida, un hogar, un proyecto que se tambalea.
La respuesta de la empresa
Mientras tanto, la empresa defiende su postura. En una entrevista con Radio 9, Joaquín De Grazia aseguró que el único conflicto vigente es con la seccional local del Sindicato de Trabajadores de la Alimentación. Explicó que la empresa propuso reducir ciertos beneficios, como el sobresueldo del 21% que actualmente pagan por encima del convenio, además de hacer ajustes en el premio por presentismo.
Pero para los trabajadores, estos descuentos representan la diferencia entre llegar a fin de mes o caer en la desesperación. "Que vengan a ver cómo vivimos, que entiendan lo que significa sacar un mango más. No somos números en un balance, somos personas", dice Jorge, con la voz quebrada.

El futuro incierto
Con el apoyo del Sindicato de la Industria de la Alimentación y del gremio docente Agmer, los trabajadores siguen resistiendo. No saben si la reunión del lunes traerá una solución o será el golpe final. Pero esta noche, mientras la marcha recorre las calles de Concepción del Uruguay, lo que reina es la incertidumbre y el miedo.
Porque cuando un trabajador pierde su empleo, no solo pierde un sueldo. Pierde parte de su identidad, su tranquilidad y su esperanza. Y esa es una batalla que ninguna estadística puede reflejar.
La caída del consumo en la era Milei
El conflicto en Granja Tres Arroyos no es un caso aislado, sino una muestra de las tensiones económicas que atraviesa Argentina. Si bien la inflación ha mostrado signos de desaceleración, el poder adquisitivo de los trabajadores sigue en crisis debido al impacto de los ajustes económicos y la pérdida de ingresos reales.
El sector avícola, en medio de este contexto, ha visto un aumento en la demanda de carne de pollo, ya que muchos hogares buscan opciones más accesibles ante la caída del consumo de carne vacuna. Sin embargo, esta aparente ventaja no ha significado estabilidad para los trabajadores de Granja Tres Arroyos, quienes enfrentan recortes salariales y condiciones laborales más difíciles en un intento de la empresa por reducir costos y mantener su competitividad.
A esto se suman los incrementos en tarifas y costos de producción, lo que pone en jaque a las industrias alimenticias y a las economías regionales. En Concepción del Uruguay, donde Granja Tres Arroyos es una de las principales fuentes de empleo, cualquier ajuste en la empresa repercute en toda la comunidad. Comercios, servicios y pequeños emprendimientos dependen del ingreso de cientos de familias trabajadoras que hoy temen por su futuro.
El modelo económico actual, basado en una fuerte reducción del gasto y una apertura comercial acelerada, está generando efectos contradictorios: mientras algunos sectores buscan aprovechar la competitividad en precios, otros enfrentan despidos, precarización y conflictos salariales. En ciudades como Concepción del Uruguay, la discusión no pasa por los indicadores macroeconómicos, sino por una preocupación mucho más concreta: cómo garantizar que las familias sigan teniendo trabajo y puedan llegar a fin de mes.
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