África United: el sueño de Marley que sacude a los explotadores de siempre
- Nahuel Hidalgo
- 1 sept
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Por Nahuel Hidalgo
En el calor implacable de la capital de Burkina Faso, el polvo cubre las calles y las miradas inquietas observan cada movimiento político. Cada esquina ofrece rumores de conspiraciones y alianzas secretas. Pero más allá de la atmósfera cargada de tensión, algo se está gestando en el corazón del Sahel: un movimiento que busca romper con las viejas cadenas de dependencia colonial y reclamar la soberanía que históricamente ha sido arrebatada.

Burkina Faso, junto a Malí y Níger, conforman hoy la Alianza de Estados del Sahel (AES), creada en 2023, un bloque que pretende redefinir la política, la economía y la seguridad de la región. Con un Producto Bruto Interno per cápita de apenas 800 dólares, pero con recursos estratégicos como oro, uranio y petróleo, estos países buscan establecer una moneda propia, pasaportes regionales y corredores comerciales independientes de la centralidad de Dakar. Cada paso que dan tiene implicaciones que podrían sacudir no solo la política local, sino la estructura geopolítica global.
El joven presidente Ibrahim Traoré, de apenas 34 años, encarna esta audacia. Asumió el poder en septiembre de 2022 tras un golpe de Estado y, con uniforme militar y discurso nacionalista, reivindica el legado de Thomas Sankara, aquel presidente-cantor que soñó con un Burkina Faso independiente y revolucionario en los años ochenta. Traoré impulsa la soberanía económica, la expulsión de fuerzas extranjeras y la independencia energética y tecnológica, mientras busca posicionar a su país como un actor influyente en la arena internacional. Su viaje a Moscú para participar del Día de la Victoria y la medalla de la “Gran Guerra Patriótica” simbolizan su apertura a alianzas estratégicas, sin ceder a la sumisión histórica que caracterizó a su región frente a Europa.

El presidente Assimi Goïta, general de carrera y figura central en la política maliense, asumió formalmente el poder en mayo de 2021 tras liderar dos golpes de Estado en 2020 y 2021. Con un enfoque militar fuerte y retórica centrada en la estabilidad y soberanía nacional, Goïta ha buscado reestructurar las instituciones del país, enfrentando amenazas internas y externas con disciplina estratégica. Su gobierno prioriza la lucha contra el terrorismo islamista, la seguridad regional y la protección de los recursos naturales. A pesar de la crítica internacional por su enfoque autoritario, Goïta mantiene vínculos estratégicos con actores internacionales, buscando alianzas que fortalezcan la independencia de Malí y su proyección en la arena africana.

El presidente Abdourahamane Tchiani, líder de las fuerzas armadas de Níger, asumió el poder en julio de 2023 tras un golpe de Estado que desplazó al presidente civil Mohamed Bazoum. Consciente de la vulnerabilidad histórica de su país frente a presiones externas, Tchiani impulsa una transición militar orientada a reforzar la soberanía y seguridad nacional, defendiendo la riqueza y los recursos estratégicos del país. Su gestión combina control político, seguridad energética y cooperación internacional selectiva, buscando posicionar a Níger como un actor autónomo en la región del Sahel, sin repetir los patrones de dependencia que marcaron décadas de influencia extranjera.

La audacia de la AES y la reacción de potencias extranjeras
El surgimiento de la AES provoca una respuesta inmediata de los actores globales. Francia, que históricamente ha mantenido control económico sobre la región mediante el franco CFA y empresas estratégicas, observa con cautela y desconfianza. Turquía apuesta a contratos de infraestructura, Rusia ofrece cooperación en energía y seguridad, y China propone rutas comerciales a cambio de compromisos a largo plazo.
Este tablero internacional evidencia que, cuando África busca autonomía, los intereses que durante décadas se beneficiaron de su dependencia se ven amenazados. Francia, en particular, podría perder control financiero y acceso preferencial al saqueo de recursos estratégicos. Empresas europeas, Estados Unidos y otras potencias extranjeras tendrán que renegociar influencia y cooperación con gobiernos que buscan decidir por sí mismos sobre su futuro.

Música, memoria y unidad
Lo que está sucediendo en el Sahel no es solo política; es la materialización del espíritu que músicos como Bob Marley cantaron hace décadas. En su canción “Africa Unite”, Marley llamaba a la unidad del continente africano y a la liberación de siglos de colonialismo y explotación. Su mensaje no era solo cultural, sino profundamente político: una advertencia y una inspiración para que África reclamara su lugar en el mundo.
Paralelos históricos: de Nkrumah a Sankara
El proyecto de Traoré recuerda a los grandes líderes panafricanos que buscaron la emancipación: Kwame Nkrumah, primer presidente de Ghana, defendió la unidad africana y la autonomía política y económica; Thomas Sankara, en Burkina Faso, promovió el control de recursos y reformas sociales radicales; Patrice Lumumba, en el Congo, desafió la explotación extranjera; y Desmond Tutu, desde la fe y la ética, defendió la unidad y la liberación frente a la opresión.
Cada uno de estos líderes dejó un legado que Traoré y sus aliados retoman: la emancipación no se negocia, se construye. La AES no es solo una alianza económica o militar; es un movimiento de soberanía y conciencia, donde cada decisión sobre moneda, comercio o seguridad representa un paso hacia la independencia real.
Riesgo para los explotadores tradicionales
Si la AES consolida su posición:
Francia pierde influencia financiera y acceso exclusivo a minerales estratégicos.
Empresas europeas pierden contratos protegidos.
China, Rusia y Estados Unidos deben renegociar influencia con gobiernos autónomos.
El mensaje es claro: África, unida y consciente de sus recursos, ya no agacha la cabeza. Los explotadores de siempre enfrentan un desafío directo; el continente reclama control sobre su propio destino.
Conclusión: un África que se atreve
El Sahel se convierte en un ejemplo tangible del sueño que Bob Marley hizo cantar al mundo: una África unida, soberana y orgullosa de su historia y su riqueza. La AES, con liderazgo joven, audacia política y recursos estratégicos, demuestra que la emancipación africana puede ser real y estratégica. La música, la política y la historia convergen en este momento: África no espera, actúa. Y cuando actúa unida, el tablero mundial se reorganiza, para bien o para mal de los viejos poderes que durante siglos se beneficiaron de su fragmentación y solamente propusieron a cambio de sus "servicios" hambre, pobreza y muerte.
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