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Quieren hundir el ARA Sobral: otra vez, el gobierno se caga en la causa Malvinas

  • Foto del escritor: Nahuel Hidalgo
    Nahuel Hidalgo
  • 23 may
  • 3 Min. de lectura

El ARA “Alférez Sobral” está a punto de ser hundido. No por una potencia extranjera, ni por una tormenta en altamar. Lo hundiría, por decisión deliberada, el propio Estado argentino. Un buque que sobrevivió a cuatro misiles británicos durante la Guerra de Malvinas, que fue símbolo de valor, entrega y tragedia, hoy corre el riesgo de terminar en el fondo del mar por orden de un gobierno que desprecia la memoria y el patrimonio nacional.



El Ministerio de Defensa confirmó que avanzará en su hundimiento para convertirlo en un “blanco naval”. La excusa es la de siempre: no hay plata, no hay proyectos viables, no hay mantenimiento posible. Pero detrás de esas explicaciones técnicas se esconde una decisión profundamente política: la renuncia a preservar uno de los testimonios materiales más conmovedores de la historia reciente argentina.


Y no es que no hubo propuestas. Desde hace años, distintos sectores de la sociedad civil, veteranos de guerra, municipios y referentes culturales vienen pidiendo que el “Sobral” sea preservado como museo. Que se transforme en un espacio de memoria, que sirva para educar a las futuras generaciones, que rinda homenaje a sus ocho tripulantes muertos tras el ataque británico del 3 de mayo de 1982. ¿La respuesta estatal? Ninguna. Silencio. Desinterés. Y ahora, directamente, el plan para hundirlo.


Este intento de deshacerse del ARA Sobral es otra muestra de cómo el gobierno de Javier Milei se caga sistemáticamente en Malvinas y en la soberanía nacional. Porque mientras en Twitter juega a ser patriota con frases grandilocuentes, en los hechos desmantela todo lo que tiene valor simbólico para nuestro pueblo. Reivindica la guerra como relato, pero sepulta a sus protagonistas en el olvido.


El Sobral no es solo una estructura oxidada. Es un capítulo vivo de nuestra historia. Fue protagonista de una de las páginas más dramáticas del conflicto del Atlántico Sur. Su tripulación no iba armada para un ataque. Estaba buscando a un piloto caído. Fueron atacados de forma cobarde. Resistieron. Volvieron destrozados. Ocho no regresaron. El comandante Sergio Gómez Roca fue alcanzado por las esquirlas y murió días después. ¿Eso no merece memoria?


El problema de fondo es ideológico. Este gobierno no cree en la historia nacional como parte del presente. Todo lo que no genere ganancias o marketing político, se desecha. Todo lo que huela a Estado, a identidad colectiva, a memoria, se considera un gasto innecesario. Pero la historia no se mide en Excel. La soberanía no se terceriza. Y los símbolos no se tiran al fondo del mar como si fueran basura.


¿Quién se hace cargo de esta decisión? ¿Qué funcionario puede mirar a los ojos a los familiares de los tripulantes muertos? ¿Quién explica por qué no se evaluó seriamente la alternativa del museo flotante? ¿Por qué no se llamó a consulta pública? ¿Por qué todo se decide entre escritorios fríos mientras se ignora el sentir del pueblo?


Si el gobierno de Milei realmente creyera en el valor de Malvinas, estaría protegiendo cada vestigio de aquella gesta. Estaría invirtiendo en memoria, no borrándola. Estaría construyendo soberanía desde la cultura, la educación y el homenaje a los caídos, no hundiendo uno de los pocos buques sobrevivientes de la guerra para hacer prácticas de tiro.


Todavía hay tiempo. El “Sobral” sigue en pie. No lo hundieron aún. Y justamente por eso hay que gritar fuerte, visibilizar el tema, reclamar que se frene esta aberración. Porque no es solo un barco lo que se pierde. Es un pedazo del alma argentina.


Si lo dejamos hundir, nos vamos a arrepentir. Y ya va a ser tarde.

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